Por Oscar Alvarez de la Cuadra
La
tradicional “class reunion” que celebramos cada año con mis excompañeros de carrera, arrancó entre la nostalgia que
evocaban nuestros años ya tan lejanos de vivir sin otra preocupacion que pasar las
materias y pasarla lo mejor posible. No faltó también, entre lo espinoso del
tema de los matrimonios y divorcios recientes, contarnos sobre nuestra trayectoria profesional.
Yo, el único emprendedor del grupo, fundé con otros socios hace unos 5 años una
empresa, que en últimas fechas se ha beneficiado con un crecimiento que se
prevee sea explosivo y que no esperábamos ni en nuestros escenarios más
optimistas. De las cinco personas con los que empezamos; somos tres socios, más
el Gerente de operaciones y el de Comercialización, ahora ya vamos por casi
ochenta. Abrimos sucursales en la zona oriente y sur de la ciudad de México y
ya pronto se abrirán las nuevas en Guadalajara y Monterrey. La casita que
rentamos por Lomas Verdes,
donde montamos la oficina, nos quedó chica y ahora la cambiaremos por una
oficina corporativa a la que ya le echamos el ojo en Interlomas.
Con la
atención de mis colegas fija en mi plática y sin dejar de entrever una que otra
mirada envidiosa, les comentaba que mis dos socios no podrían estar más
contentos. Le apostamos a un buen negocio y sin importar los tiempos, estamos
creciendo en forma constante. La lluvia
de curricula le llegan a nuestra nueva y atractiva Gerente de Recursos Humanos,
sin que se dé abasto. Ni pensábamos que ibamos a necesitar una. Contratamos ya
al de “calidad”, un chavo que estudia el 6o. semestre de ingeniería industrial,
a quien le encargamos ya comenzar a hacer los diagramas de flujo de los
procesos como parte de su servicio social. Buena idea de uno de los socios.
El único
tropiezo que tuvimos actualmente, pero que resolvimos genialmente fue cuando un
importante cliente nuestro nos condicionó ampliar uno de los contratos si no
implementabamos “el ISO 9001” (sic). uno
de los socios de inmediato reaccionó y nos aseguró que había conseguido la
manera de hacerlo al menor costo y esfuerzo posible.
Un empresario no puede distraerse en lo que no es importante para el negocio y
he leído que eso del “ISO” quita mucho tiempo y burocratiza la operación”.
Entre las muchas “apps” que han salido últimamente al mercado, se encontró con
una muy buena y aunque no garantizaba su confiabilidad por que aún no estaba a
la venta en la tienda de iTunes, era una aplicación a buen precio, efectiva,
entre las miles que se venden para negocios y administración.
Entusiasmado
nos comentó que la aplicación “Management ¿Responsibility?” tenía varios
módulos: six sigma, balanced scorecard, manufactura esbelta, sistemas de
gestión (ISO 9001, ISO 14001, OHSAS
18001, ISO/IEC 27001), integración de los sistemas deseados, responsabilidad
social, etc., y claro, cuenta con capacitación
interactiva, elaboración de manuales y procedimientos, formatos y podia usarse
como acordeón en las auditorías. Hasta incluía un modulo completo para la Alta
Dirección y cómo evidenciar el tan solicitado compromiso. Entre otras utilerías
tenía PPAP, APQP, AMEFs, Control estadístico, etc.
La empresa
se salvó. Ya no tuvimos que desembolsar recursos que podrían ser mejor
aplicados en equipar las otras sucursales y en el viaje a la Feria de
Distribuidores en Calgary para el año entrante, en vez de desperdiciarlos en
consultores o en quitarle el tiempo al responsable de calidad. Ya contamos con
la “app” y la corrimos de inmediato. Ahora ya sabemos que con cualquiera de los
sistemas antes mencionados quedaremos listos para certificarnos. La falacia de
que un sistema no puede implementarse en
forma instántanea, quedó totalmente demostrada. Se acabó el problema. Ya no
sufriremos cuando nos lleguen las otras
licitaciones.
Incluso
podría ya haber salido mejor un Distintivo para la empresa que sustituyera al
“ISO” y que fuera más fácil de implementar.
Mi amigo Luis tiene un hotel en Tepoz y nunca necesitó nada del “ISO”.
Logró bajar recursos del Gobierno de Morelos y le pagaron un Distintivo “M”,
que es el “ISO” para los hoteles (sic) y en tres meses ya estaba certificado.
Oí que ya hay uno para agencias de publicidad como la nuestra
Ahora sólo
nos queda esperar a que no salga con actualizaciones costosas de la aplicación
y usar la licencia única para implementar los sistemas en las otras empresas
del grupo, algoq ue ansiamos ya comenzar.
Y lo mejor es
que al ser “app” no muy conocida, quién quita y la empezamos a vender para
abrir una nueva línea de negocio, De verdad que el talento para los negocios,
se nos da en forma tan natural, como respirar o mandar un Tweet a un contacto.
La tecnología nuevamente prueba que se puede simplificar toda una actividad, cuando…
- ¡Gerardo,
ya despierta! No olvides que hay junta en la escuela cuando regreses de la
oficina.
Quedé
impávido por unos instantes entre las sábanas que se hacen remolinos en mis
piernas. Me incorporo y agacho para desconectar mi reluciente iPhone y la iPad.
Antes de cavilar más sobre el asunto de los consultores por la licitación, que
ya tenemos encima y en la que nos
pidieron ya estar certificados, me pongo a buscar como loco si de casualidad mi
sueño fue premonitorio. Quizá ya existe la “app” de los sueños del moderno
Director empresarial.
La historia anterior, bien podría formar parte de un
libro de cuentos y ensayos sobre ISO 9001 y se aproxima en forma muy fidedigna
a la mentalidad de la Alta Dirección de muchas organizaciones.
Exponemos en esta historia dos fenómenos muy claros:
uno es el de la falta total de compromiso a las iniciativas mencionadas, aún y
cuando de ellas dependa la subsistencia de una organización y la otra es el
cúmulo de información que se ha generado especialmente en los últimos 25 años
desde que nació la controvertida ISO 9001.
En México ha sido tal la indiferencia y
procrastinación de muchas empresas a
iniciativas como ISO 9001, que en el universo de la normalización voluntaria se
ha buscado sabores más fáciles de digerir para muchas de ellas. Ya existen en
el catálogo de servicios de muchos organismos certificadores opciones de
certificación que sustituyan en algunos casos a ISO 9001. Por ejemplo a las agencias aduanales bien les
convendría implementar ISO 9001 para la mejora de su operación y cumplimiento
con el marco legal que les aplica, pero suena mejor venderles la NMX-R-026-SCFI-2009. Esta norma
mexicana fue desarrollada con representación de diversos sectores de la
sociedad, como son organizaciones empresariales, agrupaciones profesionales,
centros de enseñanza superior , representantes de consumidores y dependencias y
entidades de la administración pública federal para su aplicación en agencias aduanales
legalmente constituidas.
A muchas agencias de publicidad, les
resultaría engorroso exigirles también ISO 9001. Por qué no mejor sugerir una
norma que establezca los sistemas, procedimientos de operación y procesos de
calidad mínimos que deben cumplir las agencias de publicidad. Así nació la
NMX-R-051-SCFI-2006, también ahora certificable.
A los restaurantes se les ha exhortado a un buen
manejo de sus alimentos y prevenir las enfermedades transmitidas por alimentos.
Resulta impensable que a dicho sector se le exigiera ISO 9001, por que la norma
explora los temas que impactan a la calidad de sus servicios, más no tanto la
inocuidad. Tampoco resultaría práctico exigirle ISO 22000 o que al menos
contaran con planes HACCP
en su operación, pero es más fácil venderles esquemas como el Distintivo “H”. A
los hoteles, a los cuales podría
exigírseles algo parecido, es preferible
un Distintivo llamado “M” y con ello concluímos con algunos ejemplos reales de
iniciativas más fáciles de digerir, menos “costosas” y desprestigiadas que la
propia certificación ISO 9001. Es la apuesta actual en muchos organismos que están
optando por diversificar ante la inevitable caída de su padrón de empresas
certificadas, a causa de la desilusión que el sistema ha producido en
organizaciones víctima de Altas Direcciones nada convencidas y reactivas.
Por otra parte
era impensable que hace una década se volviera una realidad la revolución de
las “apps”, aquellos programas de software que han transformado nuestros
celulares, computadoras y dispositivos móviles en verdaderos centros de
entretenimiento e información al alcance de nuestras manos y que han hagan
nuestras vidas aparentemente más sencillas.
No es posible
determinar el número de apps que hay al momento en que escribo este artículo,
porque al estar usted leyéndolo es seguro que ya hayan miles más en el Mercado.
Las hay para cada ocasión, desde las que son verderamente útiles, hasta las más
bizarras (hay una que supuestamente transforma lo que usted dice en una canción
o una que mide que tan feo está usted).
Si usted tiene una muy
buena idea, el ingenio y no necesariamente trabaja en el Silicon Valley, podría
hacer mucho dinero con una “app” exitosa que el mercado esperara con ansia. Qué
mejor que una “app” que facilitara implementar, mantener y mejorar cualquiera
de los diferentes sistemas de gestión y herramientas que escuchamos en los
seminarios y congresos a los que asisten como en peregrinación miles de
ejecutivos y empleados en busca de respuestas.
Usted nómbrelas. Imagine
cuántas descargas recibiría en la tienda iTunes la “app” para implementar ISO
9001 en menos de quince días y a un precio de $3.99 USD para las empresas no
certificadas que estuvieran, como los condenados a muerte a un paso del
patíbulo, al borde del precipicio de dejar de ser proveedores de tal o cual Dependencia
del Gobierno Federal. ¿Qué tal al Director que le gustó el Distintivo ESR de
CEMEFI y le pidiera al Representante de Responsabilidad Social descargar la app
“Distintivo ESR al instante”? ¿O al proveedor de la industria alimentaria con la “app” FSSC
22000? ¿O la de Six Sigma? ¿Lean Manufacturing? ¿La de la Certificación PMI
instant´﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽antrtificacinte"jar
la app "ntivo ESR de CEMEFI, que le pudiera al Representante de
Resposnabilidad Social a calidad dánea? Así como hace 20 años muchos
programas de software aparentemente hicieron la vida más fácil con sus suites y
sus parches de actualizaciones, las “apps” podrían crear un mundo de diferencia
para el Director no comprometido y el desarrollador que tuviera esa idea
genial.
Aunado al imparable número de nacimientos de nuevas
apps, la existencia de miles de
blogs en Google, grupos en Linkedin,
ensayos, presentaciones en Powerpoint que alguna vez fueron parte de una
presentación en algún Congreso, tesis
doctorales y artículos con los temas
relacionados a la gestión, han provocado que muchos Directores y ejecutivos
busquen incesamente respuestas a los dilemas que se les presentan en sus
organizaciones, en una vana búsqueda de respuestas ante su problemática
individual. Este enfoque a obtener información estándar, da como resultado un
total bloqueo de la creatividad y muchas empresas se encierran en el paradigma
único de lo que pueden ofrecer un libro de texto sobre estas materias, un curso
abierto, un consultor con una solución prefabricada, metida con calzador en la
inocente empresa, las sugerencias inocentes de los auditores de organismos
certificadores o ¡una app!
Y con las redes sociales, el fenómeno se ha
amplificado. En la era de la infoxicación
(no es error de dedo, este término que sustituye al de sobrecarga informativa
acuñado por Alvin Toffler en 1970 en su famoso libro “El Shock del Futuro” es
real), el producto de gogglear algo sobre gestión o los famosos sistemas de
gestión y disciplinas asociadas es el despliegue de un cúmulo de información,
que en la mayoría de los casos no es totalmente confiable dado que mucha de ésta
es escrita por gente no profesional y
tiene caducidad ya que el mundo de la normalización evoluciona continuamente.
¿Qué le espera entonces a Gerardo, el director de esa
empresa que está creciendo y que no tendrá su éxito garantizado para siempre?
No tendrá de otra más que hacer lo que más de un millón de empresas ha hecho en
todo el mundo: emprender el tortuoso camino y hacerlo por las buenas.